miércoles, 26 de agosto de 2009

Loa al pedo

Hoy llevo un día de pedos artísticos. Son ese tipo de pedos con los que se consigue una variada gama de sonidos, a veces tan exquisitos que provocan la envidia de los más refinados concertistas.
Este gas amable está muy denigrado, pienso que jamás se le ha hecho justicia. El pedo es nuestra voz más firme o delicada, más bajita o más atronadora. Es la sonrisa dicharachera del culo expelida por el ano. El embajador perfumado de la mierda.
El pedo jamás miente, expresa los sentimientos verdaderos de nuestro cuerpo. Es más auténtico que las lágrimas o las risas, porque llorando o riendo fingimos muchas veces, y un pedo nunca engaña, es honesto, trabajador, cordial... ¡es como es, todo un señor pedo digno de respeto!... Pedo brutal o cantarín, lánguido o descarado, ametrallador o seco.
Mi cuerpo está satisfecho porque este verano lo satisfago con muchas frutas y líquidos, y me lo agradece a su manera locuaz; dice que me quiere y expresa su cariño regalándome los pedos más bonitos de este mundo. ¡Estoy emocionado!... ¡¡Prrrfffffssssss...!! (Este es otro)

7 comentarios:

El gramático pardo dijo...

Dos cosas: en primer lugar, ha mi siempre me ha fascinado lo de tirarte un pedo en la cama y luego levantar la sábana para ver como huele. No le digo ya si, en el momento del gaseso intestinal, uno se encuentra acompañado.
En segundo lugar, no sé que puede pasar para que sus comentarios no aparezcan. Le propongo una prueba: fírmelo con su nombre pero poniendo la URL suya.
SALUDOS

Alfonso dijo...

Es todo un detalle por tu parte, Obdulio, que te acuerdes con cariño de una de las acciones biológicas de nuestro cuerpo más denostadas e incomprendidas.

Y no sólo eso, sino que además de ser reprimido por tantos humanos y humanas, los/as hay que incluso niegan su existencia: "¡No, si yo no me peo nunca!"... dicen algunos y algunas, con los ojos muy abiertos, el rictus tocido y como sorprendidos de que tal posibilidad sea ontológicamnete cierta... ¡¡¡Hipócritas!!!...

Relegan al pedo poco menos que al limbo de una metáfisica irrealidad. Le incautan la inmanencia natural de todo acto que una vez fue potencia por virtud de un proceso natural sin paliativos.

Era estudiante de 4º de bachiller (que se decía entonces), o sea que tenía recién cumpliditos los 14 años, y habiendo salido de clase de Introducción a la Filosofía, que impartía una profesora muy joven, pero con esa lozanía curvilínea de pueblo, que sólo los buenos alimentos pueden proporcionar, volvíme sobre mis pasos porque había olvidado no sé qué cosa en el pupitre. Y abrí la puerta de la clase justo en el momento en que la lozana profesora, de pie y de espalda hacia la puerta, elevaba casi inperceptiblente su orondo trasero para dejar escapar de la cárcel de sus sobresalidos glúteos un contundente, sonoro y bien modulado pedo... Ni siquiera se giró, segura de que se encontraba totalmente sola. Olvideme de lo que iba a buscar, cerré con sigilio la puerta y anodadado por aquella visión-audición corpo-sonora quedé prendido y sorprendido por lo insólito. Nunca pensé, con esa edad mía en la que aun me quedaba mucho mundo por descubrir, que Doña Elvira, de la que yo creía que meaba colonía y cagaba mazapán, fuera capaz de realizar una aparente ordinariez que ella elevaba a la categoría de un misticismo erótico-festivo tan recurrente para mis años. La consecuencia fue que me enamoré del pedo de Doña Elvira (bueno, Doña Elvirita que es como le llamaban sus colegas, más mayores que ella). Durante un tiempo, el sólo pensamiento de la contemplación de la maestra elevando el culo para soltar semejante sinfonía intestinal me hacía trempar como un bellaco, y a medida que esa imagen se repetía en mi cabeza los cinco enemigos digitales del solitario entrepérnico se lanzaban hacia él en un ataque furibundo hasta derribarlo entre estertores de blanca agonía...

No quería ni pensar que hubira pasado de haber tenido acceso al tercer sentido. Lo vi y lo oí... pero ¡Dios!, que sublime arrobamiento hubiese tenido que ser haber podido olerlo también...

Obdulio de Oklahoma dijo...

Aparecer, lo que se dice aparecer, mis comentarios, aparecen... una vez sí y otra vez no, y cuando más jode que no aparezcan es cuando respondo a alguien que se ha dirigido a mi en términos antipáticos. Pues eso, lo volveré a intentar como anónimo pero diciéndole quién soy.
Eso de "airear" la cama para oler nuestras propias y sugerentes ventosidades es algo que creo que hacemos la mayoría de los seres bípedos inteligentes.
¡Un abrazo, señor Grámatico Pardo!

¡Joder, Don Alfonso, ya quisiera yo escribir como usted!
Eso es, hay quien niega la existencia del tubo de escape más natural del mundo en su cuerpo, como si la Naturaleza le hubiese hecho especial; yo también he conocido a personas "negacionistas del pedo", seres angelicales que flotan en el eter sin contaminarlo.
Genial la anécdota de Doña Elvirita y muy cinematográfica. No llegó a olerla, pero a lo mejor la flatulencia de Doña Elvirita impregnó al aire de aroma de rosas y jazmines. Posiblemente, usted, de haberlo olido, aunque el olor fuese más "mundano", su sugestionado espíritu le hubiese trasladado hasta la pituitaria amarilla una cierta fragancia celestial, porque Doña Elvirita era adorable y sus pedos no podían ser menos.
¡Un abrazo y gracias por visitar este escatológico rincón!

calimeroesmalo dijo...

¿ y el pedo con juguillo?
Jejejejejeje
¡ vaya post! ¡ Es de esos que te dejan un sabor de boca....agridulce..!
Un abrazo Obdulete !
Genial tb la historia de Alfonso, todo debemos de comentarlo.

Obdulio de Oklahoma dijo...

La historia de Alfonso está muy bien narrada y derrocha excelente humor. Todo el mundo tiene historias de este tipo pero hay que saber contarlas.
¡Abrazos, Don Calimero!

una madrileña dijo...

Jajajajajaja, muy bueno y que recuerdos me ha traido, algún día me decidiré a escribir alguna experiencia al respecto, por cierto sabes que es lo que está mas cerca de la nariz ¿verdad?

¿Y que decir de ese momento de pasión cuando la lívido está llegando a su máximo esplendor y un grito hipohuracanado se abre paso entre las cachas haciendo temblar hasta las paredes?

Claro, que lo mejor de lo mejor es una guerra de peos a dos.

Me alegra haberte descubierto, volveré, ¡amenazo!

Obdulio de Oklahoma dijo...

¡Hola, amiga una madrileña!
Bienvenida a mi quel cibernética y agradecidísimo por su amable amenaza.
Un pedo estruendoso en el momento del climax sexual es lo más de lo más, no me cabe duda.
¡Besos y abrazos cordiales!