lunes, 31 de octubre de 2011

Ayer y hoy del teléfono en la calle

Voy a demostrar con este escrito que en muchas ocasiones el progreso sólo nos trae molestias de otro tipo.
Hay que reconocer que el invento de Antonio Meucci (ya se sabe que Graham Bell se lo copió) ha mejorado la comunicación entre los seres humanos. El teléfono es un gran invento y no lo discuto. Pero veamos...

Ayer

Las cabinas eran un auténtico coñazo. Mayormente había que hacer cola, y el que estaba hablando no tenía ninguna prisa en terminar. Las cabinas se estropeaban a menudo. La respuesta ciudadana solía ser arrancar el teléfono de cuajo. Yo lo hice varias veces porque no podía soportar que en mi pobreza una máquina me robase el dinero.

Hoy

Se jodió lo de viajar tranquilamente en tren o en autobús. En cuanto intentas echar una cabezadita o centrarte en un libro o en un periódico, cualquier imbécil se arranca con una conversación insustancial por el móvil y la mayoría de las veces elevando el tono de voz para que le oiga todo el mundo. Y juro que en los transportes públicos todas las conversaciones son mongoloides. Los politonos de los cojones, o como se llamen esas musiquillas, están omnipresentes en nuestras vidas. Las hay desde clarines y timbales taurinos, pasando por el himno nacional español, hasta llantos de bebés, gilipolleces de famosetes y estupideces dignas de figurar en pintadas de retretes de estaciones.
El móvil ha despertado la conciencia más cutre de la chusma. Hasta en los cibers. La gente olvida que está ante un ordenador y se lanza a hablar por el móvil. Bueno, en los cibers también hay personas que huelen muy mal, y otras que se dedican a sorber mocos aparatosamente. Pero esta ya es otra historia.

2 comentarios:

Jesús dijo...

Mucho progreso, pero lo que no progresa son los buenos modales

Obdulio de Oklahoma dijo...

Eso no se lo voy a discutir, está usted caragado de razón.
Buen día!