domingo, 2 de mayo de 2010

Solo ante el peligro perruno

Ayer me las vi con una jauria, como lo cuento. Iba yo caminando por el margen derecho del Segura, fiel a mi rutina de senderista, cuando me salieron al paso un mogollón de perros, todos en actitud muy agresiva. Me pillaron por sorpresa. Las veces que he hecho el Camino de Santiago siempre me he llevado un "bordón", palo de los peregrinos que termina en punta de hierro, artilugio indispensable para ahuyentar perros y evitar caídas. Pero ayer estaba indefenso. En varios movimientos rápidos fui cogiendo piedras y lanzándoselas. El camino era muy pedregoso y eso jugó a mi favor. Sólo uno se resistió ferozmente, uno de mediano tamaño y color canela. Esquivaba las piedras e insistía en acercarse. No sé ni cómo salí del entuerto.
En un plano inferior al camino, de donde habían salido los perros, había una casa grande con suficientes signos externos para pensar que estaba habitada por gente "especial", por ejemplo: hacía las veces de puerta una manta mugrienta. La mansión ofrecía el aspecto, por sus torres y robusta construcción, de haber conocido tiempos mejores. Pero en esos instantes no había señales de seres humanos.
Tenía que pasar nuévamente por allí a mi regreso, así que busqué afanosamente un palo o algo que me sirviese como arma "preventiva". Localicé un cañaveral y me hice con una dura y cimbreante caña. Una hora después pasé otra vez por el lugar del peligro perruno. Asombrósamente sólo había cinco o seis canes que no reaccionaron ante mi presencia. Pero he aquí que aparecen de pronto los beligerantes. Venían de excursión. Y la caña obró el efecto deseado, esta vez no se acercaron tanto. Me atreví a contarlos, sin bajar la aguardia, mientras blandía la caña en plan amenazante. Eran doce, casi todos de mediano y pequeño tamaño, blancos, marrones de diversas tonalidades y uno negro un poco más grande, este último menos implicado en los ataques, se limitaba a la ladrar desde lejos. Pero el de color canela volvió a intentar un ataque, se desmarcó de la jauría y vino hacia mi como antes, mostrándome sus aterradores colmillos. Me puse más bravucón con la caña y al final cedió.
Avancé unos doscientos metros confiado, creyendo que el peligro ya había pasado. Vana ilusión. He aquí que aparecen otra vez los del grupo cabroncete de vanguardia con su líder de color canela. ¡La puta que los parió!... Acojonante, esta vez no hay ladridos ni gruñidos. Se limitan a observarme muy atentamente desde el sendero paralelo al camino que transcurre por un nivel inferior.
Ahora sí que siento miedo. Si les da por lanzarse a por mi todos a una, ahí se quedan mis huesos con la mochila y las escasas ilusiones que aún me quedan. Además, el sol ya está muy bajo, son las nueve menos cuarto y no hay un ser humano en los alrededores. A eso de las cinco de la tarde ha caído un aguacero y la gente se ha retraído de salir a caminar y a correr. No se ven ni los típicos ciclistas.
Intento moverme con suma precaución. Avanzo mirándoles a hurtadillas y con la caña en alto. De pronto retroceden, ¡uf!... Gano unos trescientos metros hasta llegar a un nucleo de casas. Respiro aliviado.
En fin, tanto hablar de la gente mediática y hoy me ha tocado a mi ser el prota de mi blog, pero es que luego pensé que podría dar juego en un post. Y ya sólo me queda decir eso de "Los hechos narrados son rigurosamente ciertos. Sólo se omiten los nombres de los perros por desconocimiento, pero es muy posible que ninguno de ellos recuerde ya el nombre que le puso aquel hijo de puta que le abandonó. ¡Perra vida, coño!

6 comentarios:

Jesús dijo...

Joder menudo apuro. Deberías de denunciarlo, no creo que seas el único al que intentaran atacar

calimeroesmalo dijo...

Estoy con Jesús, debría denunciarlo Obdulio, imaginase que en vez de usted pasase un niño o alguien más indefeso e inocente como un sacer....Como vaya usted a saber.
La verdad que es acojonante la historia, pone los pelos de punta.
¡ Un abrazo Obdulio!

Chonijeniffer dijo...

Buenas noches,

¡¡Que miedo¡¡ pues opino como Jesus y Calimero, eso es para denunciar, podia haber sido peor si no hubiese tenido esa rapida reaccion.

Besos Obdulio

Obdulio de Oklahoma dijo...

¡Buenos días, Piconera, Jesús y Calimero!
Tengo experiencia en denuncias que no sirven para nada, incluída aquella de cuando me lo quitaron todo y me dieron una pedrada en la cabeza. Posiblemente los perros son de gente marginal insolvente, ni voy a conseguir una indemnización ni les van a arrestar a ellos por "aliarse" con perros vagabundos.
De todas formas, gracias por sus buenos propósitos.
¡Besos y abrazos!

Frances y la puta mula dijo...

Mire que la mula y yo misma lo apreciamos pero tenemos un punto en común: adoramos a los perros. Ya sabe usted que ella y yo, y si no se lo cuento, somos de las que vamos recogiendo perros abandonados y maltratados por los dueños y la vida. Yo más que denunciar a esas sufridas bestias querría encontrar a sus putos dueños,y darles de palos en la espalda hasta que se les desgarrara la piel de la misma. Les despellejaría los huevos cual higos chumbos maduros y les sacaría los ojos de las cuencas con un tremendo cucharón¡ Alegome de que salieda indemne de tremendo apuro pero cuanto me hubiese gustado que hubiese entablado conversación con ellos para que nos relatase en este, su estupendo blog, las penurias que han pasado esos animalillos. Porque no lo olvidemos, esos perros son el producto de un ser "humano" de lo más hijo puta¡¡¡ Besos de la mula y los mios propios¡¡¡

Obdulio de Oklahoma dijo...

¡Usted siempre tan agresiva, corcholis!, no la quisiera como ministra de Justicia. Y mi blog no es "estupendo", es una puta mierda que a veces tiene gracia.
¡Besos!