Seguro que usted conoce en su pueblo o en su barrio a alguien que le llaman "el león", "el tigre", "el cocodrilo"... Desde tiempos remotos el hombre ha querido compararse a los animales en función a su fuerza, astucia o resistencia, adoptando en mútiples ocasiones nombres de razas de animales. Ya lo hacían los legendarios indios de las praderas norteamericanas: "Toro Sentado", "Caballo Loco", "Diez Osos"...
Exceptuando casos "de risa" - "Piojo López", "Mono Burgos" (futbolistas) - lo más común es que los hombres elijan nombres de animales poderosos, fieros, amedrentadores... porque en el fondo quisieran ser como ellos para humillar a sus congéneres, de ahí que los preferidos sean tigres, leones, pumas, panteras... Ya lo decía aquella canción de Torrebruno: "Tigres, leones, todos quieren ser los campeones" Y los tiranos muestran una gran simpatía por las águilas, incluso bicéfalas, y ponen sus dibujos en banderas y pendones.
Ricardo Corazón de León, un apodo muy propio para un rey, lo mismo se ablandaba ante sus fieles siervos que se endurecía ante el moro infiel. Su corazón era cristiano y multiuso, como los de todos los reyes cruzados, pero él más porque tenía un corazón de león, y el león es el rey de la selva y el rugiente símbolo de la Metro Goldwyn Mayer.
Todos los que se ponen nombres de animales poderosos albergan en su mundo interior el deseo de ser tan implacables como los monarcas absolutistas o los héroes populares tipo Robin Hood. Son personas de talante conservador y justiciero, gente que quiere que las cosas sigan "como siempre" y que no dudarían en defenderlo con garras y colmillos, ¡es el orgullo de la raza!...
Por aquí tuvimos al "León de Fuéngirola" (Girón de Velasco) un elemento muy reaccionario que rugió por Francisco Franco cuando el invicto ya estaba muerto, claro exponente de irreductible salvador de la patria. La putada es que Franco no resucitó y las urnas sustituyeron a los gloriosos vencedores.
Esta grandeza de espíritu también es cosa de mujeres, no olvidemos a la "Leona de Castilla", nombre peliculero de María de Pacheco", lideresa de los comuneros castellanos, o a "La Tigresa", una etarra tan sexy como sanguinaria, aunque en este caso no se sabe si el apodo es cosa de la policía o se lo puso ella misma.
Identificar al animal poderoso con la tierra donde uno ha nacido o triunfado, está directamente relacionado con el "orgullo patriótico" o el "espíritu de la raza": Rommel era "El Zorro del Desierto"; a Tom Jones le llaman "El Tigre de Gales"; A José Legra le decían "El Puma de Baracoa"... "La Hiena de Belsen" fue el comandante SS de un campo de exterminio nazi; El célebre fubolista Eusebio es recordado como "La Pantera de Mozambique"; Y "El Tigre de Ambiciones" es el padre de Jesulín de Ubrique. "Ambiciones" es la finca familiar y el buen señor ejerce de conquistador de damas maduritas. Sin olvidar a "La Leona de Castilla" y "El León de Fuéngirola".
Pero los hay que han querido quitar fiereza a las bestias extrayendo su esencia humorística y por ende más humana, pues la inteligencia y el sentido del humor también son consustanciales con el ser humano, además de la soberbia y el patriotismo. Y ejemplos tenemos con Rodolfo, el león mariquita de Mari Carmen y sus muñecos, el león miedoso del Mago de Oz, el Tigre de Chamberí, - excelente peli con los inolvidables José Luis Ozores y Tony Leblanc - la Pantera Rosa...
Leones, leonas, tigres y tigresas no son tan fieros como los pintan. Eso nos dicen los humanos más creativos con sus monigotes en viñetas y el resto de atractivos personajillos de literatura y celuloide. Menos soberbios son más humanos, más parecidos a la gente sencilla con sus defectos y raras virtudes, menos megalomaniacos y endiosados.
sábado, 5 de junio de 2010
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4 comentarios:
La verdad es que ser una fiera es muy estresante.
Debe serlo.
Lo que se lleva ahora mucho son los " cabrones" y las " zorras".
Amos, en las calles son los títulos animalísticos de los que mas se oyen hablar ( y no es que el propietario presuma de ellos , a veces se los imponen y no sabe el susodicho de tan noble título).
¡ Un abracete Obdulio!
Sí, los apodos te los ponen otros generalmente, pero la gente megalomaniaca se "autobautiza" con nombres "impactantes", y los hay que hablan de sí mismos en tercera persona.
¡Abrazos, Don Cali!
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