A caballito y el chisme limpito

Hoy en día lo más sofisticado en plan de higiene placentera es el yacuzzi. Hubo un tiempo en que lo fue el bidé, el bidet, la invención es francesa de la Francia. Recuerdo esta letrilla de una canción de La Trinca: "El barón especulaba con la posibilidad de tomar baños de asiento sin perder la dignidad" Aluden al Barón de Bidet.
La cosa es que tal invento fabuloso de los fabricantes de muebles franceses, empieza a venderse en París en 1.739. Aún faltaba mucho para La Revolución Francesa, pero el bidé ya era revolucionario por sí mismo, y tuvo un éxito enorme porque todavía no se había inventado el papel higiénico.
El vanguardista mueble bidet se instaló en un principio en los dormitorios. Sus primeros usuarios fueron audaces jinetes que, tras una dolorosa jornada a caballo, se aliviaban con el baño de asiento. Y cuentan que Napoleón Bonaparte tenía uno de color rojo y que se lo legó a su hijo en el testamento.
A mí, en cierta ocasión, me impresionó mucho un bidé, o la estampa que vi sobre él. Era la primera vez en mi vida que iba a putas. Mientras me desnudaba con toda la timidez del mundo y algo más, vi de reojo que la señora prostituta se higienizaba el potorro en un bidé. Para mi era un espectáculo inédito una señora tomando un baño de asiento. Me impresionó tanto que por poco no se me sube. Parece ser que las buenas profesionales se lo asean antes y después de la función.
El bidé, el papel higiénico, las compresas, el jabón, el desodorante... ¡Pero qué guarro debía ser el mundo antes de inventarse estas cosas!