- Ha visto usted por aquí mi desodorante?
- Lo ha perdido?
- No, me ha abandonado.
- Uf, eso sí que es una faena. Ya no hay desodorantes como los de antes, aquellos sí que eran fieles.
- Y que usted lo diga. Yo tuve uno que vivió veinte años, fidelísimo y muy inteligente, sólo le faltaba hablar. No vea usted como sentí su pérdida.
- Pero me está usted hablando de un desodorante o de un perro?
- Qué sé yo, la cosa es hablar de algo!
- Mire, en eso lleva razón, yo tuve un mayordomo que era de Lugo pero se crió en Palma de Mallorca.
- No se llamaría Serafín?
- No recuerdo el nombre, yo le llamaba mayordomo y él acudía, unas veces acudía con mis camisas planchadas y otras con una pelota o un palito que yo le arrojaba previamente. Era muy juguetón.
- Se le murió?
- Ya ni lo recuerdo, fue hace mucho tiempo.
sábado, 18 de junio de 2011
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario